Al día siguiente…
Tal vez le diga que… no mejor le digo… o podría tomar ciertas…
Todo se me venía a la cabeza, fueron pensamientos pasajeros, que tan rápido venían, como se iban.
Entonces tome una decisión, debería ser yo el que desenmascare a ese patán, le dije;
-quisiera hablar contigo saliendo de clases,
al verla a los ojos note que una lagrima recorría su rostro y desembocaba en sus labios, me conmovió, en ese momento no pude resistir mis impulsos, tenía ganas locas de abrazarla, no pude contener ese sentimiento que estuvo reprimido por mucho tiempo, le seque las lagrimas con la yema de mis dedos, le acaricie el rostro mirándole a los ojos, mientras que ella me miraba, rápidamente giro el rostro y salió casi corriendo, pretendía no entrar a la clase, sabe dios que pasaba por su cabeza en ese momento…
La deje ir es cierto, ella indudablemente quería tener un momento de soledad, en el que se pueda contemplar a sí misma, sospechaba que se había enterado de la infidelidad, ya no era necesario que yo interceda, pero lo que más me preocupaba era como lo había tomado, fue en vano entrar a esa clase, puesto que todos mis pensamientos estaban en ese bus, el que ella tomo para retirarse de la clase.
Sin mediar palabra alguna con mis compañeros, Salí del salón casi a zancadas, tenía que acompañarla, contrastando mi pensamiento anterior, debía buscarla y decirle que en mi tenía un apoyo, que nunca la apartaría de mi corazón, que una vez sobre mi alma se poso su ternura y nunca se iría.
Entonces era el momento de escribir aquella carta, lo había pensado antes, y en lugar de acompañarla físicamente, esa noche creí en la magia, imagine que mis palabras que se estaban impregnado en un papel, se dirigían hacia ella, y la reconfortaban, la animaban, la hacían sentir amada.
Sé que me quieres, porque te digo te quiero…
Reconozco esta noche, imprecisa para escribir, puesto que hoy vi recorrer lagrimas sobre tu rostro, quizás imagine el motivo, quizás me pierda en tu compleja cabeza, pero hoy no encontraron día más ligero mis dedos, para empezar a escribir y componer tu silueta de fantasía en cada estrofa, en cada palabra que obedece a mi imaginación de poeta.
Hoy pude tocar tu rostro, suave como el sereno cuando arremete contra el rostro y hace sentir su frío y terso cuerpo, divise tus ojos como nunca, brillaban al mirarme, como brillan las estrellas en las noches despejadas, como cuando un anciano astro está a punto de desaparecer, y fue lo más inolvidable, porque te pude sentir más cerca que nunca, sobre todo sentí tu energía queriendo decirme que me quiere…
Y si mi lunática cabeza se equivocara, seria definitivamente lunática, pero no me equivoco al ver a los ojos, con ello puedo concluir que aquellas palabras escritas en noches funestas y en noches de algarabía, todas llegaban a tus sueños, y soñaste con esta carta, y soñé con que la recibieras, y sepas que te quiero, por encima de cualquier pero. Y sé que me quieres porque te digo te quiero….
Decidí terminar esa carta en aquella frase, no quería escribir una oda entera, solo quería que se enterara que la amo, que la siento por sobre todos mis sentidos, entonces vi caer otra vez la noche por mi ventana, mientras que ideaba como se la entregaría.
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