Este último poema, se quedo impregnado en mi cabeza, no lo pude sacar por muchas horas, seguía pensando en aquel beso, en sus ojos de amor cuando miraba aquel personaje, todo se me alborotaba y mis pensamientos se aletargaban, quería correr y decirle que mi corazón le pertenecía, y que nunca se alejaría de ella, que sus besos me hacían soñar, que me volvería en un animoso personaje, pero la cobardía se apoderaba de mi, la única manera de desfogar todos esos sentimientos profundos seria escribiendo, así que busque “el cuaderno de sucesos” cada cuaderno de muchos que había escrito, habría tenido un nombre en particular, aquel no estaba, era lo más personal que tenia, no podía caer en manos de nadie!! Busque y rebusque por horas, pero fue en vano.
Al día siguiente era como si todos esos sentimientos reprimidos estuvieran mariposeando tratando de liberarse en alguna espontaneidad, estaba decidido a callar para siempre, ella era mi musa es cierto, pero también lo era de otro, este concepto empezaba a raerme todas las entrañas, sentí una mano tras de mi hombro, era ella, si!! Mi musa estaba hablándome, saco de su mochila un cuaderno, que se me hacia familiar; y me dijo ayer lo encontré, cuando saliste medio despavorido, yo balbucee, los colores se me subieron al rostro, estaba entre el calor y el frio, el éxtasis y la quietud, y escuche esa tierna voz diciéndome;
-¿te sucede algo?
Como era de costumbre no tenía palabras, y lo primero que se me vino a la mente fue,
-¿donde encontraste esto?
- Ya te lo dije se te cayo al salir, repitió ella,
Y la segunda pregunta, quizás la más importante,
- ¿leíste algo de este cuaderno?
- La verdad que si, respondió ella,
-son cosas muy lindas las que escribes, ¿desde cuándo lo haces? Pregunto nuevamente,
- hace tiempo……. Una respuesta muy tonta,
-bueno que te parece si nos tomamos un café, dijo nuevamente señalando una cafetería cercana,
- no puedo tengo que… y después… ella se dio cuenta de mi negación y dijo;
- no hay problema,
Que estaba pasando por mi cabeza en ese momento, ella sabía lo que yo sentía, lo había leído, no habría que ser lo suficientemente inteligente como para no darse cuenta que la describía en cada párrafo, la del fruncido entrecejo, la de los ojos extendidos por una afinidad a los costados.
ahora que mi gran secreto se vino abajo, que iba hacer con mis sentimientos?, esa noche empecé a leer nuevamente poesía, en cada verso que leía la tenía entre mis brazos, la soñaba, era indescriptible aquel sentimiento, todo tenía que cambiar, tenía que dejar de ser el niño cauteloso y miedoso, para convertirme en el hombre galante que conquiste a una chica, no sabía si mandarle alguno de mis poemas, puesto que esta manera de conquistar era muy antigua, muchas personas copian poemas, y esto ha perdido su valor, una carta sería lo más sensato, pero como enviarla? Primero tenía que observarla, y saber más de ella, porque mi carta tenía que ser perfecta, no debía ser tan densa y tampoco tan simple, esa misma noche en la madrugada, la llame por teléfono, eran casi las 11 y me respondió una voz medio grave, no era su papa, yo conocía muy bien la voz de su padre, cuando venía a la universidad a recogerla, era él, sin duda alguna, ¿que hacía en su casa a esa hora? Colgué el teléfono sin decirle siquiera mi nombre, pero esa voz hirió mi corazón como una daga cargada de veneno, empecé nuevamente con la poesía pesimista, estaba una vez mas de luto, y sentía que mi muñeca de cristal, aquella que no debía ser tocada por nadie, estaba yéndose de mis manos, y partiendo a otro sendero, seguí escribiendo, y culmine las últimas líneas:
“dama de la Noche ven a recogerme y llévame al lecho de mi amada amante”
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