Aprendí que muchas veces lo que quiero no es lo mejor para mi,
que lo que quiero puede hacerme mucho daño,
que el daño es relativo y que nunca dejamos de sentir dolor,
que el dolor pasa, las penas desaparecen y nos ayudan a crecer.
Aprendí que crecer no es una elección sino algo que debemos hacer,
que las obligaciones nos hacen ser responsables,
que ser responsable no es ser aburrido,
que ser responsable es aceptar lo prometido, y cumplirlo.
Aprendí que nadie puede enseñarme a vivir,
que vivir se aprende mientras transitamos la vida,
que la vida no es rosa ni agria, gris ni amarga,
que nosotros elegimos de que color queremos verla.
Aprendí que no se puede amar a otro si no se ama primero uno mismo,
que el amor verdadero no es siempre el primero
que muchas veces el miedo te obliga a dejarlo ir,
que si lo dejas ir, lo mejor que puedes hacer es correr tras ella.
Aprendí que no hay reglas universales, ni dos personas iguales
que ser diferentes no significa ser mejor ni peor,
que ante todo, todos somos seres humanos,
que nos diferencian nuestras elecciones y nos unen los sentimientos.
Aprendí que nadie puede elegir nacer
que no hay que vivir con miedo a la muerte,
que hay que vivir felices y no desperdiciar ningún momento,
que cuando llegue mi momento de partir, estaré orgulloso de lo que viví...
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