Recuerdas los recuerdos
Los cimientos de mi afligida razón subyacen en débiles estructuras cuando se humedecen por la tinta de mi carga emocional y me es posible hablarle a los recuerdos.
Mi querida musa, hoy vestiste los oscuros colores del carbón, y delineabas con esos movimientos improvisadamente perfectos, cada línea, cada renglón que acaece libremente como lo hace la naturaleza, siempre hacia el fondo, donde el fragor del alma es algo más que intenso, mucho más que vivido, es algo retorcido.
Mi querida musa agradezco que seas impertinente al entrar por esa ventana inmutada en un soplo de brisa congelada, entumeciendo mis dedos y recordándome que antes de escribir, tengo que vivir.
Mi querida musa, gracias a esa escabrosa señal mis fantasmas se hicieron realidad y ya no dañan más, no dañan porque las ilumina la pureza de tu mística enmudecida.
Como un ciclo libertino mis sentidos se afinan con un espacio y tiempo incierto, pudiera tal vez escrutar la moldura de tu ceño, lo escarpado de tu ombligo hacia el pecho, tus cabellos serpenteantes confabulados con la brisa y la luminosidad del sol, mientras que ellos se siguen alterando.
Recuerdo también tu respiración agitada en el péndulo del libido, el sudor de tu cuerpo cubriendo el mío, haciéndome oír la melodía de nuestro ritmo cardiaco inmutado en uno solo.
Recuerdas cuando las llagas de mis dedos raspaban tu rostro y cuando la barba de mi rostro raspaba tus dedos.
Recuerdo a los recuerdos, amaba tanto el temblar de tus labios al pronunciar con melancolía: amor, amor quédate.
Recuerdo cuando asociabas mi conducta melancólica y taciturna con el desprecio, mi querida, no solo provocabas alteraciones a mis sentidos, afinabas los a tal punto que pude dibujar tu sonrisa en una noche bohemia y tocarla, respirarla y absorberla.
Mi querida, es prohibido a mayor pronunciar tu nombre, solo se que suenan melódicamente como la prosa de flaubert.
Recuerdas morena de piel canela, de ojos afinados y nariz respingada, de curvas prodigiosas y cabellos alborotadamente sensuales como nuestra sed de pasión fue zaceándose y acrecentándose nuevamente en un ciclo natural que desgarra aun nuestra piel regresándonos a la realidad de no ser ni sombra ni espectro de nuestros cuerpos.
Mi querida musa, hoy vestiste los oscuros colores del carbón, y delineabas con esos movimientos improvisadamente perfectos, cada línea, cada renglón que acaece libremente como lo hace la naturaleza, siempre hacia el fondo, donde el fragor del alma es algo más que intenso, mucho más que vivido, es algo retorcido.
Mi querida musa agradezco que seas impertinente al entrar por esa ventana inmutada en un soplo de brisa congelada, entumeciendo mis dedos y recordándome que antes de escribir, tengo que vivir.
Mi querida musa, gracias a esa escabrosa señal mis fantasmas se hicieron realidad y ya no dañan más, no dañan porque las ilumina la pureza de tu mística enmudecida.
Como un ciclo libertino mis sentidos se afinan con un espacio y tiempo incierto, pudiera tal vez escrutar la moldura de tu ceño, lo escarpado de tu ombligo hacia el pecho, tus cabellos serpenteantes confabulados con la brisa y la luminosidad del sol, mientras que ellos se siguen alterando.
Recuerdo también tu respiración agitada en el péndulo del libido, el sudor de tu cuerpo cubriendo el mío, haciéndome oír la melodía de nuestro ritmo cardiaco inmutado en uno solo.
Recuerdas cuando las llagas de mis dedos raspaban tu rostro y cuando la barba de mi rostro raspaba tus dedos.
Recuerdo a los recuerdos, amaba tanto el temblar de tus labios al pronunciar con melancolía: amor, amor quédate.
Recuerdo cuando asociabas mi conducta melancólica y taciturna con el desprecio, mi querida, no solo provocabas alteraciones a mis sentidos, afinabas los a tal punto que pude dibujar tu sonrisa en una noche bohemia y tocarla, respirarla y absorberla.
Mi querida, es prohibido a mayor pronunciar tu nombre, solo se que suenan melódicamente como la prosa de flaubert.
Recuerdas morena de piel canela, de ojos afinados y nariz respingada, de curvas prodigiosas y cabellos alborotadamente sensuales como nuestra sed de pasión fue zaceándose y acrecentándose nuevamente en un ciclo natural que desgarra aun nuestra piel regresándonos a la realidad de no ser ni sombra ni espectro de nuestros cuerpos.
Poesia narrada...!!!! místico.
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