En busqueda de la niña mala
Enrique Saavedra
A la niña traviesa que complica mis días
y los llena de intensa existencia.
Capitulo l
Había aprendido a vivir sin ti, estaba casi tranquilo sin amor, frase estúpida pero cierta y es que ese día que estabas besándome solo quería cogerte el rostro con ambas manos y sellar esos labios con los míos, esa piel ajustada a tu sombra, y tus fugases apariencias de diosa me hacían contemplarte como un carnerito,- bésame dijiste, y respondiéndote,- ¿cómo no hacerlo? Si están formándose a punto de recoger mis salivas y divisando cromadas de deidad tus pupilas grandes y brillantes, me enredan en el juego de las perdiciones del pecado, desnudas de prohibiciones y libres de nada.
-Suéltame y aléjate de mí, no quiero saber nada de ti, no entiendes que solo eres un juego para mí, ¡quedamos en que no entraríamos en explicaciones, jamás! Y sus fosas nasales se entreabrían en cada palabra ligeramente, sus ojos me miraban con piedad, y su boca temblaba al repetir “jamás”.
-las lagrimas recorrían por las líneas de expresión que se formaban al sollozar y admitir bajando la mirada que tenia frente a un ser gélido y tierno a la vez, dueña de mi voluntad y abusadora de esta. Solo quiero sobras de ti, no me importa seguir siendo un pongo maltrecho, no me importa; repetí mientras soltaba mis manos y su figura se perdía en aquella estrecha avenida.
A las once de la noche, cuando la gente puritana vagabundea en cuatro paredes, hay quienes prefieren llegar al meollo de la noche y de las sensaciones intensas, en una de esas ansias de experiencias nuevas fue cuando vislumbre a lo lejos una figura que se contorneaba en cada paso, disipando el aire cargado de nicotina, girando levemente el cuello y sonriendo como solo las grandes deidades pueden, es así como empezó el juego de miradas aquella noche, miradas a veces disparadas sin sentido en el intento de no evidenciar una clara atracción.
Aquel night club atestado de mujeres frívolas y calculadores, que solo clavaban la mirada en el grosor de la billetera también tenía una magia de sensación de éxtasis al entrar, -todo parroquiano debió haber pisado alguna vez un lugar así- fue la auto explicación que me di al verme reflejado en el espejo frontal partido por rombos coquetones que se llevaban y atraían las figuras esbeltas de las damas de compañía, solo en esa noche decidí observar aquellas mariposas nocturnas que tanto impulsan el libido de solo “ganarse” como lo decía Johan, un compañero de la universidad que había impulsado aquella salida tan repentina, pero aquella idea cambio drásticamente cuando tuve la oportunidad de invitarle una copa, mirándole sin cesar a los ojos mientras hablaba y me contaba situaciones divertidas de aquel antro, adjudique aquellos labios a los pétalos de rosas suaves y tersos, un deseo insostenible de pegarlos a los míos empezó a inundar mis pensamientos y fue entonces cuando decidí invitarla a bailar, -uno pegadito, exclamo ella- y fue cuando pude sentir ese cuerpo rosar, y crisparme toda la piel, sus manos entrelazadas con las mías y esa minifalda tan corta y excitante mostraba sus piernas y el movimiento de aquellas al girar alrededor de mi cuerpo, pasaron casi treinta minutos cuando advertí que las copas habían ya inundado mis sentidos y los estaban afinando a tal punto que quise besarla, cerré mis ojos cuando percate que estos en lugar de recibir unos labios toparon con una mejilla fría como hiel, esa sonrisa burlona y a la vez tierna me dejaron estático, sin pensar en la escasa billetera con la que contaba, señale una botella de Johnnie Walker Green Label a lo que ella sonrió pensando en la comisión que recibiría, en ese momento no me importo que se muestre fría y calculadora porque sus ojos decían algo diferente encriptado en esa figura tan sensual y ese disfraz de niña mala, decían que aún conservaba ternura, interrumpiendo mis pensamientos-que no piensas en manosearme- dijo como extrañada, acaso te gustan ese tipo de compañías-replique, entonces vi que sus ojos se hacían un poco más grandes y se dispenso por tener que ir al baño, al llegar de nuevo a nuestra pequeña mesa, me sorprendió con un cruce de piernas que confundían mis pupilas, dejándome con la interrogante de seguir un tobillo o el otro, de pronto uno de ellos me llamo la atención, al parecer tenía una marca extraña como si se hubieran atado alguna especie de correa, obvie ese detalle y lance la mirada hacia sus ojos, solo los había distinguido en tamaño sin notar que eran del color de la miel hirviente, tenía esos ojos llenos de prohibiciones y encanto que solo se ven una vez en la vida, el cuerpecito esbelto se movía al ritmo de la música, sentada como invitándome a bailar otra vez en lugar de seguir conversando, entendí desde ese momento que el idioma para aquella damita era el leguaje del cuerpo y no el de las palabras, al tenerla otra vez en mis brazos siguiendo el menear de su cintura note que ella escrutaba detalladamente mis movimientos, sobre todo los de mis pies que parecían moverse a un ritmo contrario, vacilo al verme tratar de seguirla y me dijo-te falta ritmo jovencito, al ver esos pequeños hoyos finalizando los labios en cada mejilla el sentimiento de estar ante la especie más tierna de la tierra volvieron a pasearse entre cada vuelta que no siempre manejaba, y yo escuchado el tun tun del meneo salsero, de pronto una frase soltó de mis labios- ¿crees en el amor a primera vista? – Solo creo en las cosas que vea o sienta- mirándome desafiante su respuesta siguió caracterizando su personalidad superflua.
Esa noche echado en mi cama, distraído por una polilla que revoloteaba toda la alcoba, en realidad solo alrededor del fluorescente pero al contraste con la luz parecía un gran monstruo de grandes dimensiones, sonreí ya que ese día había conocido a una polilla, mariposa de la noche que siendo tan solo una simple mortal, cuando está en su terreno se muestra como una diosa y es admirada por sus adeptos. Empecé a tocarme pensando en ella, recordando sus muslos sensuales y de pronto pare cuando recordé su sonrisa y sus pupilas tan llenas de vida,- ¿porque le pregunte si creía en el amor a primera vista, acaso fue el Green Label? Entonces seguí recordándola, mientras note que la polilla se había cansado de revolotear alrededor del foco, y ahora estaba intentando con pequeños impactos salir por la ventana, llego a mi cabeza la frase de mi abuelito; “si no crees que algo pequeño puede lograr grandes impactos, intenta dormir con un zancudo en la recamara”.
Abrí la ventana y deje retirarse al bicho, al verlo volar sentí una pequeña pena inexplicable, pero me envolví nuevamente con un comercial en la televisión, una conocida cerveza había roto con los prototipos clásicos de mujeres en bikinis y ceviches frescos en la playa, y en cambio estaba lanzando un sesudo mensaje a la población peruana; la suerte no existe, y ¿quien la necesita?, es cierto si todos empujamos hacia la misma dirección podremos lograr grandes impactos, y otra vez vino a mi mente la frase de mi abuelito.
En la sociedad donde yo vivía, apenas lograba entablar una conversación con alguna vecina, era la comidilla para que empiecen nuevos rumores sobre lo extraña que era ya de por si mi familia, un padre soltero viviendo con sus dos hijos era mucho menos común que ver a una madre soltera, mi madre una mujer cromada en oro el alma y rubíes la razón, admiraba su forma de conllevar las relaciones sin entrelazar su yo niño con su yo adulto, tenía un equilibrio emocional que no concordaban con su signo zodiacal como decía la tía Mari.
Habría recibido ella una propuesta económica en Canadá que nos libraría de las catástrofes económicas por las que estábamos pasando, mi padre; un bohemio sin causa, quien ahora aparentemente había encontrado una, la desdicha de no encontrarse con la mujer que lo aguantaba y soportaba sus serenatas internas a media noche, con el olor de alcohol que le daba un toque de verdad,-a veces pensé que a mi madre le gustaban estas serenatas madrugadoras, ya que pocas veces intento separarse de él realmente.
Es la segunda vez en la semana que lanzo mi despertador hacia ese poster de Claudio Pizarro, “bombardero de los andes” lo llamaban, ahora apenas un jugador que ni siquiera es convocado por la selección sancionado por una juerga, y es que en mi querido país, cuando alguien está en la cumbre nos encargamos de apabullarlo a tal punto de verlo embadurnado hasta la cornisa, quizás se lo merecía, pero hombre si es hermano nuestro no deberíamos tenerle consideración, entre peruanos hay una cruz que nunca queremos cargar y tratamos de cambiar la madera por alguna clase de aleación parecida al corcho para que sea menos pesada, la de la envidia, esta ha pasado por mi vida desde mis familiares los que siempre están entrometiéndose en la vida de otros, mirando las lonjas ajenas sin preocuparse por los propios rollos.
Recibí hoy una llamada para formatear una computadora, la de mi primo, la tía Mari se encargaba de revisar periódicamente si faltaba algo en su casa o si tenía un ápice de verse mal, intentaba llevar una vida aparentemente ordenada, siempre preocupándose por que todo marchara correctamente, pero algo la cegaba y es que si le hubiera dado la misma importancia a su computadora que a sus hijos, y hubiera reemplazado al técnico por un psicólogo, o quizás ella necesitaba ver periódicamente también uno, o más bien un oftalmólogo, no hubiera pasado lo sucedido luego con ellos.
La tía mari se le encontraba siempre en un lugar, frente al televisor viendo las telenovelas, mexicanas sobre todo. Cualquier persona extranjera que la hubiera acompañado en una programación hubiera jurado que se encontraba en México disfrutando de una tele llorona de televisa, y es que estamos atestados de este tipo de programaciones. Nuestra televisión, si aun se le puede llamar televisión nuestra, pocas veces se encarga de promover el mercado interno, y es esta la razón por la cual hasta nuestras jergas se están alienando, escuche algunas veces decir a escolares en un autobús, “te juro que él me dijo que estaba clavadazo contigo y tú te comportas como una fresa” evidentemente que ahora hasta las jergas son de importación.
Al llegar a su incólume sala, había encerado el parquet con tal minuciosidad que casi podía ver sus sonrojadas mejillas reflejarse en él. Esperando una de sus típicas frases las que siempre vociferaba llenándola de orgullo, esta vez fue un nuevo cuadro, uno que parecía un triangulo comiéndose un circulo con fondo negro con pequeñas chipas de blanco rompiendo con los colores eléctricos de las figuras geométricas dándoles un impacto de estar en otra dimensión,- ¿qué te parece? Pregunto, - muy lindo tía, respondí mientras note que debajo del sillón sobresalía un pequeña bolsita, imaginaba lo que era pero gire la mirada hacia el cuadro nuevamente, y repetí, -muy lindo.
-es un cuadro de un pintor muy conocido, diego delfín, acaba de ser premiado en París, ¿cómo se encuentra tu papa?
-bien, levante un sonrisa burlona y dije, ayer llego muy borracho y debe estar durmiendo en este momento.
-su mirada se torno retraída y sus ojos se pusieron prendidos al ver la naturalidad con la que aceptaba mi desdicha, entonces al darse cuenta que ya no era necesario ponerme en ridículo, pues me había tomado el trabajo de hacerlo y se lo había ahorrado a ella también, - bueno la computadora esta en el cuarto de mi Cesítar, sube que estuvo toda la tarde renegando porque un virus se apodero de su máquina,-no hay problema dije, mientras subía imaginaba que algún video pornográfico debió causarle ese virus a la laptop de su “Cesítar”, al subir las ventanas estaban abiertas, y trataba de esconder algo en su bolsillo, entre en carcajadas cuando vi que el “bate” estaba quemando sus pantalones, sabía lo que sucedía pero siempre tuve un carácter algo parecido al de mi tía, dejaba que las cosas sucedan y nunca hacia nada por cambiarlo, quizás esa era la razón por la cual admiraba tanto a mi madre, ella siempre preocupada por todo, por nosotros, nos hablaba, preguntaba cosas que importaban, cada palabra de ella me hacia reflexionar, una mujer inteligente, interesante y siempre dispuesta a cambiar lo que andaba mal, y también esa era la razón por la que detestaba tanto a mi tía, porque se parecía a mí, porque era como yo, y yo en ese momento me odiaba, por mi falta de falo al tomas decisiones.
Al llegar a casa, sábado por la tarde, la ciudad empieza a cobrar vida, a veces llamaba a Carlos para tomar unas cervezas junto con Johan mientras mi padre no estaba, y a mi hermana la dejaba encerrarse en su cuarto escuchando sus canciones emos, veíamos el desfile de faldas dirigiéndose a la discoteca que quedaba cerca a mi casa, y nos empilábamos tomándonos unos tragos para luego ir en busca de algo de diversión nocturna, pero empezó a vibrar el celular y recibí la llamada de yanina, jamás supe si ese en verdad era su nombre, algunas veces la vi escuchar otros nombres y voltear, quizás tuvo varios, en ese momento recordé lo que había pasado la noche anterior, recordé como ebrio intente besarla, recordé también la extraña marca en su tobillo, una mujer como ella llamándome, tan hermosa, su belleza era sobria, sus cabellos encrespados cayéndose sobre sus pechos tan redondos formando una v estirada,-¿crees que puedas venir hoy pregunto?, quede mudo un instante y luego mire hacia mis costados, ellos me miraron también como esperando que le diera una excelente noticia,-claro que sí, estoy llegando como a las once dije,- no! A esa hora tengo que fichar con un cliente, puedes llegar antes o sino mejor no vengas. Quizás ese fue el primer momento que empezó a ejercer dominio sobre mí, en el fondo de todos mis actos siempre estuve buscando alguien que domine mi voluntad, alguien que me haga sufrir ese misterioso sufrimiento de mi padre, jamás lo entendí, jamás entendí porque teniendo a la mujer más maravillosa la dejo de lado, la abandono de esa forma, porque fue tan misterioso, porque nunca hablo conmigo sobre sexo, porque no me llevaba a los partidos de futbol como otros padres a sus hijos, ¿por qué él vivía su mundo interno? Recuerdo muy bien el día en que mi padre me prometió ir a ver una exposición de pintura, él sabía que a mí me encantaba pintar, desde niño dibujaba a los tíos como caricaturas, y eso causo que desde pequeño sientan una antipatía por mí, el día tan esperado llego, él apareció pero sus ojos estaban perdidos, su camisa abierta sin un botón superior, y su rostro tenia contusiones, había sido asaltado, pero algo agregaba el dolor de ver a mi padre maltrecho, el olor a alcohol que caracterizaba su aura, era tan pequeño que esa imagen se quedo impregnada en mis recuerdos, en mi corazón como un tatuaje al principio dolió, luego era algo para enseñar, como lo hice con la tía Mari. Mi padre era un poeta, se había tomado a pecho la generación de los poetas bohemios, y los seguía al pie de la letra, se parecía tanto a mí físicamente que muchos me decían luchito por el nombre de mi padre antes de llamarme por mi nombre, pero siempre luche por no parecerme a él, lamentablemente el inconsciente a veces puede más que el consciente, y por más que me encuentre con amigos en una reunión, todos ebrios contándonos nuestras desdichas, siempre fui introvertido y contaba solo cosas que quería que me sucedieran, nunca lo que en verdad me importaba, solo con ella fui feliz, solo a ella le conté mis penas, ella sabia tanto de mi, a veces creo que le pagaba también por escucharme, porque lo hacía con tanto interés que me enamoraba mas de ella, la veía y su sonrisa me iluminaba el día.
-si, en este momento estoy saliendo para allá, espérame que quiero quedarme toda la noche contigo, quizás desistas de fichar con ese viejo, agregue.
-oí una risa burlona y replico, espero que tengas como apropiarte de mi toda la noche. Bueno te corto que me toca bailar.
-hoy nos toca el “Teo” dije y ellos me miraron extrañados, ayer estuvimos ahí dijo Johan, ¿no me digas que te templaste de esa ruca?
-nada que ver, hoy seguro que me la llevo, agregue.
-tranquilo pues, no quieras creerte don Juan, recuerda la última vez que intentaste hacer eso, como la chata Jakeline te puso en tu lugar.
Reí, pero en mis oídos seguían resonando esa melodiosa voz, que me decía; te cortó porque me toca bailar, después habría de verla desnudándose ante mis ojos, bailando ese table dance, mostrándome la perfección con la que había sido hecha, sus curvas infinitas filosas y peligrosas, su vientre cabía en una mano mía, y sus ojos coquetos siempre me buscaban, ella en realidad estaba interesada en mi en ese momento, quizás arruine ese instante de éxtasis al enamorarme de ella, quizás ella quería vivir una aventura eterna, pero solo supe que la amaba, amaba su rostro, la amaba porque me dominaba.
Una risa rompió lo que estaba añorando, y Johan dijo; en que piensas, siempre tan misterioso como tu viejo.
Entonces lo empuje y cerré mi puño, pero no llegue a consumar el acto,- jodete dijo, si sigues así te vas a quedar sin amigos, y ambos me dejaron solo, recordando lo que había sucedido, solo quería que llegue mi padre, verlo a la cara una vez más borracho, con la mirada perdida, y poder sacarle algo de dinero para ir a verla.
Entonces escuche que alguien se quejaba, era mi hermana que al parecer estaba llorando, era tan gélido con ella, era un mal hermano, yo sentía que mi papa en el fondo nos quería como yo quería a mi hermana, pero jamás me había nacido acariciarla, abrazarla, preguntarle por que se corta el brazo, porque se comporta como si no fuera de este planeta, solo atinaba a vislumbrarla, a veces le gritaba y ella solo sollozaba. -En fin, algún día mi hermana cambiara y tendrá alguien a su lado que la quiera. Lamento tanto haber pensado así en ese momento, si pudiera regresar en el maldito tiempo, remendaría tantas cosas, pero es muy tarde solo me queda recordar.