Mira despiadadamente a través de un lirio.
Aquella que mojaba mi rostro de sudor como torrente y me despide al amanecer de un trío.
Ella la que me juro mirándome a los ojos que me amaba,
Ella la que ahora quebró su careta con una grieta descarada.
Esa muchacha a la cual imaginaba a lo lejos esperándome,
Esa muchacha que manchó esta historia con un esputo en la madre.
Tú, que jugaste a la gata de techos, que amaneciste en un chiquero, que besasteis cerdos hambrientos, que violaste un vaso con sangre, que sudaste por amor a la carne, que preferiste el verde que el rojo, que sonreíste por última vez en mi pesadilla, la que aún comienza, la que sé cuando termina.
Tú el recuerdo fugaz de una noche solitaria.
Tú a la que yo confundí con el amor, la que ahora expectoro amargamente como flema insana de un pútrida enfermedad que termina con un adiós.