Estas en cada cigarrillo que hoy fumé y que fumaré toda mi vida.
Un cigarrillo, los dedos entumecidos; por el frio? por el miedo de justificar tus virtudes en un papel, de recordar; el color? el reflejo de tus ojos en la penumbra, de; alejar tus manos gélidas? suaves y blancas que brillan azulinas por la luna, de besar tu aliento lejano? de tus labios rosados llenos de provocaciones divinas.
El cigarrillo sigue consumiéndose y sigo aquí con mis miedos; de perderte? De no abrazarte tan fuerte que creas que mi pasión va disipándose, de amarte demasiado? de mostrarme tan necesario de tu existencia que opaques la mía, de acariciarte el cuerpo? de cruzar la pequeña línea divisoria entre el libido pecaminoso y el amor en su estado más puro.
El pequeño cigarrillo está quemándome las cutículas, y sigo pensando en tu mirada? en la dirección a donde se están encaminando, e imaginando estar en cada paso, o por lo menos en un camino paralelo. Y sigo persiguiendo tus sueños? solo intento que se relacionen en la mínima reciprocidad con los míos.
Ya el cenicero está lleno, y aún no encuentro palabras para decirte cuanto te quiero? Esa triada palabra se va consumiendo poco a poco y no me tiemblan los labios para decir un "Te amo". Para decirte que quiero que seas mía? que encuentro en el sudor de nuestros cuerpos algo más que placer.
Es una cajetilla la que atiborra mis sentidos y mi cuarto, juré no volver a amar? a sentir el calor de una princesa de ensueño en mi propia historia de amor, no volver a musitarte poemas al oído? a escribirte cartas de amor, llenas de vivencias al límite de lo prohibido que ennoblecen a lo que hoy le llamo amor.
Abro la ventana y dejo que se vaya el humo de tu inspiración? del recuerdo de esta noche, de decirte sin reminiscencias cohibidas de verdad, que estas en cada cigarrillo que hoy fumé y que fumaré toda mi vida.