domingo, 23 de agosto de 2009

En busqueda de la niña mala.


A las once de la noche, cuando la gente puritana vagabundea en cuatro paredes, hay quienes prefieren llegar al meollo de la noche y de las sensaciones intensas, en una de esas ansias de experiencias nuevas fue cuando vislumbre a lo lejos una figura que se contorneaba en cada paso, disipando el aire cargado de nicotina, girando levemente el cuello y sonriendo como solo las grandes deidades pueden, es así como empezó el juego de miradas aquella noche, miradas a veces disparadas sin sentido en el intento de no evidenciar una clara atracción.

Aquel night club atestado de mujeres frívolas y calculadores, que solo clavaban la mirada en el grosor de la billetera también tenía una magia de sensación de éxtasis al entrar, -todo parroquiano debió haber pisado alguna vez un lugar así- fue la auto explicación que me di al verme reflejado en el espejo frontal partido por rombos coquetones que se llevaban y atraían las figuras esbeltas de las damas de compañía, solo en esa noche decidí observar aquellas mariposas nocturnas que tanto impulsan el libido de solo “ganarse” como lo decía Johan, un compañero de la universidad que había impulsado aquella salida tan repentina, pero aquella idea cambio drásticamente cuando tuve la oportunidad de invitarle una copa, mirándole sin cesar a los ojos mientras hablaba y me contaba situaciones divertidas de aquel antro, adjudique aquellos labios a los pétalos de rosas suaves y tersos, un deseo insostenible de pegarlos a los míos empezó a inundar mis pensamientos y fue entonces cuando decidí invitarla a bailar, -uno pegadito, exclamo ella- y fue cuando pude sentir ese cuerpo rosar, y crisparme toda la piel, sus manos entrelazadas con las mías y esa minifalda tan corta y excitante mostraba sus piernas y el movimiento de aquellas al girar alrededor de mi cuerpo, pasaron casi treinta minutos cuando advertí que las copas habían ya inundado mis sentidos y los estaban afinando a tal punto que quise besarla, cerré mis ojos cuando percate que estos en lugar de recibir unos labios toparon con una mejilla fría como hiel, esa sonrisa burlona y a la vez tierna me dejaron estático, sin pensar en la escasa billetera con la que contaba, señale una botella de Johnnie Walker Green label a lo que ella sonrió pensando en la comisión que recibiría, en ese momento no me importo que se muestre fría y calculadora porque sus ojos decían algo diferente encriptado en esa figura tan sensual y ese disfraz de niña mala, decían que aún conservaba ternura, interrumpiendo mis pensamientos-que no piensas en manosearme- dijo como extrañada, acaso te gustan ese tipo de compañías-replique, entonces vi que sus ojos se hacían un poco más grandes y se dispenso por tener que ir al baño, al llegar de nuevo a nuestra pequeña mesa, me sorprendió con un cruce de piernas que confundían mis pupilas, dejándome con la interrogante de seguir un tobillo o el otro, de pronto uno de ellos me llamo la atención, al parecer tenía una marca extraña como si se hubieran atado alguna especie de correa, obvie ese detalle y lance la mirada hacia sus ojos, solo los había distinguido en tamaño sin notar que eran del color de la miel hirviente, tenía esos ojos llenos de prohibiciones y encanto que solo se ven una vez en la vida, el cuerpecito esbelto se movía al ritmo de la música, sentada como invitándome a bailar otra vez en lugar de seguir conversando, entendí desde ese momento que el idioma para aquella damita era el leguaje del cuerpo y no el de las palabras, al tenerla otra vez en mis brazos siguiendo el menear de su cintura note que ella escrutaba detalladamente mis movimientos, sobre todo los de mis pies que parecían moverse a un ritmo contrario, vacilo al verme tratar de seguirla y me dijo-te falta ritmo jovencito, al ver esos pequeños hoyos finalizando los labios en cada mejilla el sentimiento de estar ante la especie más tierna de la tierra volvieron a pasearse entre cada vuelta que no siempre manejaba yo escuchado el tun tun del meneo salsero, de pronto una frase soltó de mis labios- ¿crees en el amor a primera vista? – Solo creo en las cosas que vea o sienta- mirándome desafiante su respuesta siguió caracterizando su personalidad superflua.